Sois el Príncipe de las legiones, sombra del Omnipotente, cúbreme con tu brazo, sé mi escudo y armadura y no temeré al espanto nocturno ni a la red del cazador, ni a la flecha que vuela de día, porque te conozco te invoco. Escúchame y protégeme. Cuidame de los enemigos silenciosos y ayudame a ser justo para vivir en paz con los hombres y así poder llegar dignamente a Dios.
AMEN.
San Miguel arcángel , defiéndenos e la batalla; sé nuestra protección con la malicia y las asechanzas del diablo. Reprímale Dios, suplicamos humildemente; y tú, oh príncipe de la milicia celestial, arroja a los infiernos a satanás y a los otros espíritus malignos que andan sueltos por el mundo para causar la perdición de las almas.
AMEN.
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